comentario sobre "El hombre de la cámara"


Dziga Vertov se planteó el reto de generar imágenes en movimiento sin actores, sin escenarios, sin un guión, es más: sin una palabra. El hombre de la cámara nos habla a partir del lenguaje cinematográfico que, si bien en el siglo veintiuno se habla fluidamente, en 1929 no se había visto mucho. Y sin embargo funciona. En un acto de presentación (o no-representación) Vertov no miente: se ve el reflejo de sí mismo frente a la cámara que está grabando, se ve reflejado en vidrios y espejos persiguiendo a un hombre con una cámara. Si bien hay una puesta en escena, Vertov permite que ésta se quiebre un poco, lo cual sólo refuerza su discurso. Un acto verdaderamente moderno, El hombre de la cámara pareciera un muestrario de posibilidades cinematográficas que el resto del siglo y el siguiente tomarían como manual para poder contar historias.




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